Cables RCT lleva más de 50 años fabricando conductores eléctricos de baja tensión. Silenciosos e invisibles, sus cables forman parte de la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo. Desde sus instalaciones en La Cartuja Baja de Zaragoza, la empresa coordina y desarrolla su actividad en un sector muy exigente y altamente competitivo a nivel internacional, en el que los cables son una commodity sujeta a la evolución de los mercados de las materias primas y las divisas. En este entorno, sus productos compiten por calidad, experiencia, innovación y capacidad de personalización.
Pioneros en Aragón a la hora de salir a nuevos mercados, Cables RCT realizó su primera venta a Francia en 1968 y en la década de los 90 ya contaban con un Departamento de Internacionalización propio. Su labor internacional ya les hizo merecedores del Premio a la Exportación en 1996. En la actualidad, suman cuatro delegaciones en España, representación en 16 países de Europa y América del Sur y clientes en Francia, Chile, Austria, Portugal, Perú o Reino Unido. Sus ventas internacionales han aumentado de forma sólida y sostenida.
Sin embargo, la palabra exportación está prohibida en Cables RCT: los mercados internacionales están tan integrados en su filosofía que en la empresa solo hablan de ventas, independientemente del país del que procedan. «No consideramos el mercado internacional como un mercado de oportunidad, esporádico o coyuntural. Es, ha sido y será uno de los pilares de nuestro propio crecimiento», aseguran.
El proceso productivo en Cables RCT es completo: desde las materias primas (cobre y plástico) hasta el empaquetado y preparación de los envíos. Sus cables son sometidos a rigurosos ensayos de calidad y autocontrol: «Cables para todos los días, cables para toda la vida», reza su lema. Factura 78,94 millones de euros, el 41 % en el exterior, y su plantilla se eleva a 140 personas.